TU VIVO RETRATO

                        “Tu vivo retrato” de Isabel Wolff

Me resulta muy difícil escribir una reseña de este libro, sin establecer paralelismos con la anterior novela de la autora, “Una pasión vintage”, pues son en mi opinión muchísimos los puntos en común que tienen ambas historias, especialmente, en lo que se refiere a la forma de crear el argumento de la novela.

En esta ocasión, la protagonista es Gabriella Graham, una joven de 35 años que se ha hecho poco a poco un nombre como retratista en el panorama artístico londinense. Tras pintar algún que otro rostro famoso, los encargos fueron  aumentando y finalmente ha conseguido vivir de lo que más le gusta.

Soltera y sin compromiso, lleva la vida que quiere y que le gusta, pero hay fantasmas de su pasado, en concreto de su infancia, que le atormentan y le impiden ser completamente feliz: Aunque sólo tenía cinco años cuando su padre las abandonó a su madre y a ella, yéndose con otra mujer, es algo que todavía no ha logrado superar; son muchas las imágenes que le vienen a la memoria de aquellos años felices de su niñez, y el hecho de recordar a su padre como un hombre bueno, cariñoso, atento y divertido, no ayuda para nada a encontrar una explicación posible de por qué hizo lo que hizo. Su madre nunca más quiso hablar sobre el tema, zanjó el asunto, pues le dolía mucho recordar que había sido una mujer engañada y abandonada por el hombre que amaba.

Pero Sue, la madre de Gabriella, logró rehacer su vida con Roy, un hombre maravilloso que la adoraba a ella y a la pequeña niña, a quien acabó adoptando y queriendo como un auténtico padre hasta hoy en día. Sue y Roy le dieron una hermanita a Gabriella, Chloe, y la familia continuó sus vidas, intentando borrar para siempre de sus mentes, que antes de Roy, había habido otro hombre que había significado mucho para ellas… Pero por mucho que se intente olvidar y ocultar el pasado, si quiere, saldrá a la luz, y eso normalmente ocurre cuando menos uno se lo espera…

El pasado y los recuerdos de Gabriella volverán al presente haciéndole tomar serias decisiones que la llevarán a averiguar cosas que trastocarán la felicidad y la tranquilidad de los Graham para siempre… 

Y paralelas a la historia personal de Gabriella, vamos a conocer también pequeñas historias de otras personas que serán las que doten al libro de ese algo tan especial que también había encontrado en “Una pasión vintage”. En la anterior novela, conocíamos las historias de la gente que acudía a la tienda a comprar o a vender vestidos vintage. En esta ocasión, las pequeñas historias, que hacen que  la novela resulte de lo más encantadora, pertenecen a las personas que posan para Gabriella en la actualidad; personas muy diferentes, jóvenes y ancianos, mujeres y hombres, famosos y anónimos, a quienes con la misma precisión que Gabriella retrata en sus lienzos, dibujando no sólo sus rostros, pues ella  también retrata sus almas, vamos conociendo, y también conoceremos sus pequeñas historias, sus pequeños y grandes secretos , sus miedos, sus inquietudes, sus tristes pasados… Historias bonitas, complicadas, difíciles, trágicas, dramáticas… pero todas ellas historias que consiguen atraparnos por la sensibilidad y sencillez con la que están contadas.

Uno de sus clientes es el prometido de su hermana, Nate, un joven americano al que apenas acaba de conocer pero con el que ha decidido casarse de manera un poco precipitada… Gabriella sabe algo de Nate que no le gusta nada, y cuando se entera que tiene que retratarlo, se agobia sólo con  pensar la cantidad de horas que tendrá que pasar mirando a un hipócrita como él… Al menos es ese el concepto que ella tiene de su fututo cuñado… Pero, el roce hace el cariño, y las sesiones con Nate resultan mucho más agradables de lo que Gabriella nunca jamás hubiera imaginado…

Y aquí surge de nuevo una nueva similitud con la anterior novela: ¿Cómo es posible que las protagonistas de las obras de Isabel Wolff se enamoren siempre de las personas equivocadas? ¿El novio de una hermana?¿El novio de tu mejor amiga? Y de ahí que haya tenido el mismo problema que había tenido en la novela anterior:¿Cómo puedo sentir simpatía por una chica que se enamora del novio de su hermana sabiendo que en nada va a casarse con él? Sé que no decidimos de quién nos enamoramos, que sucede y ya está, pero creo que todos tenernos, o deberíamos tener, un código moral que aunque no esté escrito en ninguna parte, nos hace que no veamos a los novios o maridos de amigas y hermanas como hombres, simplemente son los novios de o los maridos de, y es ese código moral interno el que ya no te permite ni que se te pase por la imaginación sentir algo por esa persona… Y la parte amorosa en las novelas de esta autora siempre gira sobre este eje, y a mí, esta situación por muy romántica que ella la quiera describir, hace que no sea capaz de desear que la pareja termine junta por muy previsible que resulte todo desde el principio… ¿No puede hacer que las protagonistas se enamoren de la persona equivocada pero que no haya tenido ninguna relación amorosa ni con sus hermanas ni con sus amigas y que al final terminen juntos? Yo, por mi parte, la disfrutaría muchísimo más…

Y pese a esto, os tengo que decir que el libro sí que me ha gustado, que me ha resultado muy ameno, es un libro que se lee solo y que su sencillez hace que no quieras parar de leer. Me ha encantado ir desenterrando el pasado de Gabriella, descubrir los secretos de su niñez, pero especialmente he disfrutado con las pequeñas historias de la gente a la que Ella, que es como llaman a nuestra protagonista, iba retratando a lo largo de la novela: Iris, la anciana, me ha emocionado con su historia; Mike, el congresista, ha hecho que se me saltaran las lágrimas; Celine, acabó haciéndome gracia también y dándome un poquito de lástima… Todas y cada una de ellas tienen un toque muy especial y hacen que la novela se disfrute de la manera en que lo he hecho.

¿Os apetece posar para Ella? Seguro que la experiencia os deja con un buen sabor de boca; yo, os animo a hacerlo.