“Memento
mori” de César Pérez Gellida
Septiembre
de 2010: El inspector de policía Ramiro Sancho, está a punto de tener que
enfrentarse al caso más complicado de toda su carrera profesional. Una llamada
procedente de un compañero ,le comunica que el cuerpo de una mujer ecuatoriana
acaba de ser encontrado junto a unos arbustos cerca de la ribera del río… las
mutilaciones que presenta su cuerpo, indican claramente que el asesino tiene
que tratarse de un completo sádico perturbado, pues le ha seccionado los
párpados con la precisión de un cirujano….
Sancho, a
pesar de todos los años que lleva en la profesión, nunca había visto nada así…
Para más
inri, el desalmado autor del crimen, tiene alma de poeta, ya que ha dejado
dentro de la boca de la víctima un poema que poco o nada quiere decir para los
miembros de la brigada criminal.
Para
ayudarles en la investigación, un superior le sugiere a Sancho, que se ponga en
contacto con la doctora en psicolingüística Martina Covo, pues su experiencia
en este tipo de cuestiones, puede resultarles de gran utilidad a la hora de destripar
el misterio que encierran los versos escritos por el asesino.
La
profesora Covo, no será la única persona civil que se involucre en el caso para
ayudar a la policía. El psicólogo criminalista Armando Lopetegui, conocido por
todos como “Carapocha” entrará también en escena para intentar descubrir al
criminal, y su experiencia será realmente útil, cuando el asesino vuelva a
matar…porque lo va a hacer, sí, y con la misma brutalidad empleada la primera
vez….
“Carapocha”,
a pesar de no ser ni el protagonista ni el antagonista, es uno de los
personajes de más peso de la novela. Con una vida de lo más apasionante,
consigue ganarse al lector desde que lo conoce gracias a su ingenio, agudeza y
peculiar sentido del humor.
La novela
está escrita en tercera persona, y ese narrador omnisciente ,va alternando la
historia que nos está contando, entre la investigación a cargo del inspector
Sancho y la propia vida, milagros y pensamientos del asesino, Augusto Ledesma,
a quien conocemos desde las primeras páginas del libro.
Paralela a
la investigación criminal, tenemos por
lo tanto la historia personal del asesino: se nos cuenta cómo ha sido su vida, cómo
es ahora, cuáles son sus gustos, su aficiones , su pasado, sus secretos… Nos
vamos haciendo poco a poco en nuestras mentes, un perfecto perfil del asesino,
sabemos cómo actúa y en teoría qué lo lleva a actuar así.
Augusto
Ledesma es un perturbado, sí, pero también un hombre muy inteligente, un as de
la informática, un sociópata, un enamorado de la cultura clásica, un poeta y un
gran aficionado a la música indie… Música que tendrá muchísima importancia a lo
largo de la novela, pues va a ser la banda sonora que escucharemos capítulo
tras capítulo,y con cuyas letras el autor nos obsequiará de manera muy habitual
(en mi opinión, a veces, de forma excesiva …) Es la música que acompaña a
Augusto, la música que le inspira, que le ayuda, que le hace desconectar pero
también actuar….
Toda la
maldad acumulada en el interior de Augusto acaba de ver la luz, y ahora que ha
salido, es casi imposible que pueda ser controlada… ¿Será el inspector Sancho
capaz de detener en esta ocasión al criminal?
Las
expectativas que había puesto en este libro eran altísimas, y creo que es
importante que lo mencione, ya que pienso que esa es la principal causa de que
no lo haya disfrutado como me había imaginado.
Tenía
entendido que iba a encontrarme con una novela policíaca de ritmo trepidante, y
a mí, el ritmo, trepidante, no me lo ha parecido en absoluto, y por ello
también me ha dejado un poco fría.
Creo que
estamos ante una novela negra que busca profundizar en la mente del criminal,
acercarnos a lo que lleva a un asesino a hacer lo que hace… Pero no me parece
apropiado decir que el ritmo de la lectura es frenético ni que esté cargada de acción, pues no es así.
La novela
es buena, y seguro que los amantes del género que la hayan leído pondrán el
grito en el cielo cuando vean mi puntuación, pero a mí, no me ha hecho
disfrutar de la manera que me gusta disfrutar una novela de este género.
Me pareció
que todo me venía dado ya por el autor y que se dejaban pocos momentos al
lector para intentar descubrir algo por el mismo, para intentar descubrir al
asesino, los porqués… Tenía la esperanza de encontrarme giros inesperados de
esos que tanto me gustan, y el único elemento “sorpresa” que se revela en el
final del libro, yo ya me lo veía venir, por lo que tampoco “eso” causó el
efecto que debería… Tampoco sentí la necesidad de devorar páginas como una loca
para saber más y más, pues la verdad, a medida que iba avanzando en mi lectura,
ya me di cuenta de que no estaba ante el tipo de novela que me había imaginado.
Entonces os
preguntaréis que por qué digo que es una buena novela….Pues bien, son muchos
los puntos positivos que hacen que esto sea así:
En primer
lugar los personajes son realmente buenos, están fantásticamente construidos,
llegan al lector, son fuertes, con caracteres para nada convencionales, y
algunos de ellos con unas vidas de los más interesantes.
También los
diálogos que se establecen entre muchos de los personajes son dignos de
mención, ya sea por lo profundo, gracioso, soez o inteligente que resulte el
comentario, lo que es cierto es que son muchas las conversaciones que se
mantienen en la novela que destacan por su riqueza y valor lingüístico.
Otro punto
destacable es la forma de narrar del autor que me ha gustado mucho; aunque
tengo que decir, que para mí, a la novela le sobran páginas, pues creo que a
veces cuenta demasiados detalles que no son relevantes para el caso y hace que
esas partes resulten un poco aburridas, lo cierto es que César Pérez Gellida
tiene una prosa muy potente, diferente, directa, un estilo que resulta muy
genuino y con el que consigue atrapar al lector.
Creo que si
hubiera sabido que es una novela más de tipo thriller psicológico que de
acción, la habría disfrutado muchísimo más, pero en esta ocasión, el continente
me ha resultado mucho más atractivo que el propio contenido, la historia,
aunque sí es original y la trama está muy bien planteada, carece, en mi humilde
opinión, de la emoción que esperaba encontrar.
“Memento
mori” es la primera parte de una trilogía, de ahí que su final también pueda
trastocar a muchos de los que lo lean (yo he sido un de ellos…), ya que no queda completamente concluido el caso... Así que no me
queda más remedio que leer la segunda parte, “Dies irae”, que acaba de salir publicada
y que espero que me resulte más interesante que este primer acercamiento al
peculiar mundo de Augusto Ledesma…
César Pérez Gellida ha conseguido intrigarme, me ha gustado su
estilo, y ahora que ya sé qué tipo de novela negra voy a encontrarme , pues
espero disfrutarla como la mayoría de la gente me había dicho que iba a ocurrirme con esta.