¡LLAMA A LA COMADRONA!

                      ¡Llama a la comadrona!  de Jennifer Worth

Con este llamativo título, Jennifer Worth nos cuenta en primera persona su historia como comadrona en el East End de Londres en los años 1950. Es por lo tanto imprescindible destacar, que aunque estamos ante una novela, todo lo que en ella se nos cuenta está basado en hechos reales, que la joven Jennifer vivió durante la primera etapa de su profesión.

Jenny Lee llega a la zona portuaria londinense en los años 50, después de haber terminado sus estudios de enfermería. Para completar su formación como enfermera y empezar a formarse como comadrona, debe dirigirse a San Ramón Donato, un lugar que ella está convencida que se trata de un hospital privado en esa zona de la ciudad.

Nada logra sacarla de su asombro, cuando descubre que en realidad, su próxima residencia, se trata de un convento, en el que monjas expertas contribuirán a formarla como comadrona. La joven Jenny Lee, bastante escéptica en temas religiosos, tiene serias dudas de encontrarse en el lugar correcto… No tardará en darse cuenta, de que sus nuevas compañeras, tanto las religiosas como las demás estudiantes, son de las mejores profesionales con las que se podría haber topado.

Comienza así su andadura como comadrona, primero acompañada pero sin tardar mucho en encargarse ella misma de sus propios partos… Y allí iremos siempre con ella, a todas las casas, conociendo a sus pacientes, sus diversas y variopintas historias, sus alegrías y sus penas… y también se nos describirán con mucho detalle y precisión, los procesos prenatales, pre-parto, parto y post-parto… Tengo que reconocer, que algunas de estas descripciones, me hicieron revolver el estómago por lo gráficas que son, pero también le aportan a la novela el realismo que hace que esta historia sea tan buena.

Lo que más me ha gustado de esta historia, más que la parte técnica de los partos y el mundo de la medicina que no son mi punto fuerte, ha sido el magnífico retrato que Jennifer Worth hace del East End londinense de la época. Desde el mismo momento que comenzamos a leer su historia, nos encontramos con los pies plantados en los míticos muelles de la ciudad: consigue que los visualicemos, que sintamos su olor, que escuchemos a sus gentes, su ambiente, que notemos la gran pobreza e insalubridad que se respiraba en el ambiente… Y en medio de todo ello, la autora consigue que nos demos cuenta, de lo mucho que aquellas gentes valoraban a las comadronas en aquellos tiempos: cómo las respetaban, cómo las cuidaban y cuánto bien sabían que hacían a su comunidad.

Me ha encantado imaginarme a las comadronas recorriendo los muelles en bicicletas, haciendo muchísimos kilómetros al día, para poder atender a todas aquellas mujeres que necesitaran sus servicios, sin importarles la hora, ni las condiciones atmosféricas, ni la peligrosidad de la zona, ni la inmundicia de los hogares que tenían que visitar. Si ya su labor de por sí es valiosa, el hecho de tener que desempeñarla en bicicleta y bajo esas duras condiciones, hace que la valoremos el doble…

También son entrañables las historias de las pacientes que vamos conociendo. Aquí nos vamos a encontrar con todo tipo de casos: casos verdaderamente dramáticos, casos que nos sacarán una sonrisa, casos que nos dejarán completamente perplejos, casos que nos harán sentir náuseas por tener que leer sobre ellos… Y lo más alucinante, es que sabemos desde el principio del libro, que todos esos casos han sido reales, que esta mujer los vivió en primera persona, y que no hace tanto tiempo que tuvieron lugar..

Y es que ese es otro punto que también resalta en esta novela, queda patente la velocidad vertiginosa con la que la medicina ha avanzado en el campo de la obstetricia. Parece mentira que hace tan sólo 60 años, la gente diera a luz en las condiciones en las que lo hacía, pero gracias a la figura de las comadronas y de su buena labor, tantas madres y bebés podían salvar sus vidas.

Jennifer tiene gran maestría contando su historia, a pesar de que el tema pueda echar para atrás al leer el argumento, la forma en que ella lo cuenta resulta de lo más amena e interesante, por lo que sí que es un libro de lo más recomendable.

Tiene gran habilidad describiendo a todas las personas/personajes que salen a lo largo de la novela. Tanto los personajes principales (alguna monja, alguna otra estudiante, unas cuantas pacientes en las que se profundiza en su historia…) hasta el más secundario (véase el típico niño granujilla que vive en el barrio) se nos presentan perfectamente pincelados y definidos, los describe con un mimo y con una atención que demuestra lo mucho que sintió y lo mucho que significó para ella su etapa como comadrona en el Casa de San Ramón Nonato.

Creo que este libro puede resultar interesante para muchos tipos de lectores: aquellos que estáis relacionados con el mundo de la medicina, no os lo podéis perder, pues creo que os sentiréis identificados en muchas ocasiones y entenderéis ciertas cosas de manera diferente a la que yo lo he hecho, debido a vuestra profesión y a vuestro conocimiento sobre esta materia; también va a encantar a la gente que le gusten las biografías- noveladas o las historias basadas en hechos reales, y lo mejor de esta es que está contada en primera persona por la propia protagonista de la misma, y lo que es más, su historia es de lo más interesante; si por otra parte sois de los que os gusta aprender leyendo, con esta novela vais a descubrir muchas cosas relacionadas con el mundo de la medicina, no sólo en lo relacionado con el tema embarazo- parto, sino también con otras muchas otras enfermedades, pero en especial, lo que más llama la atención, es lo mucho que profundiza la autora en los avances que la ciencia médica ha experimentado; y en general, si os gustan las buenas historias, historias de calidad, contadas de una forma amena, con personajes entrañables que viven en un entorno tan bien retratado, entonces ésta también es vuestra historia.

Así que, prepárate para coger tu bici y acompañar a Jenny Lee por las calles de Poplar en el East End londinense, un barrio que en aquellos días todavía estaba verdaderamente resentido por los duros azotes que en él había causado la guerra… Vas a ver de todo y a vas a conocer gente de lo más “especial”, pero estoy segura de que vas a disfrutar del paseo…