“Pasaje
a Tahití “de Eva García Sáenz
Manacor,
Mallorca, 1929 .Denis es el primogénito
de la familia dueña de la importantísima empresa de perlas de imitación Hugo
Fortuny. Denis, acaba de perder a su padre, y como siempre ha sido su mano
derecha, se posiciona claramente como firme heredero y gerente de la compañía.
Sus tres hermanos menores, que nunca han visto con buenos ojos a su hermano,
pues ya desde niño viajaba con sus padres y se dedicaba a “cosas de mayores”
que a ellos para nada interesaban, tratan desesperadamente de buscar la manera
de conseguir hacerle perder la fortuna que le corresponde… Así que, debido a
las artimañas de sus hermanos, a la repentina desaparición de su madre y
también a una curiosidad cada vez más incipiente por averiguar algo más acerca
de su pasado y del de sus padres, pues son ya demasiadas las incógnitas que el
caprichoso destino está poniendo en su camino, decide viajar a Tahití, pues
algo en su interior le dice, que en aquel lejano paraíso, se encuentran todas
las respuestas que está buscando…
París, 1889.
Conocemos a los hermanos Hugo y Bastian Fortuny, llegaron a París buscando
mejorar sus condiciones de vida después de haber perdido sus puestos de trabajo
en Mallorca, que en aquellos días estaba viviendo la crisis del vidrio. Sin
embargo, no será allí donde encuentren un lugar en el que crecer
profesionalmente, sino que será en la ciudad de la luz donde tengan la ocasión
de embarcarse en la que será la mayor aventura de sus vidas: Hugo y Bastian, que
no tienen absolutamente nada, se dejan seducir por los encantos y promesas de
una tierra idílica en la que les dicen que todo es posible, que lograrán hacer
fortuna mucho más rápido que en el continente. Es así como deciden poner rumbo
a Tahití, trabajando en el barco que les llevará a su destino para poder
costearse el carísimo pasaje. Será allí, en el Oceanien, el lugar en el que
conocerán a la que será la tercera protagonista de nuestra historia: la joven
Laia Kane, hija de un cónsul corrupto de Menorca, que se ve obligado a
abandonar la isla con toda su familia para poder seguir ejerciendo labores
diplomáticas en los mares del sur.
Sin
embargo, cuando llegan a Tahití, las dos familias tendrán que enfrentarse a una
realidad mucho más dura que la que esperaban, tendrán que empezar desde cero y
luchar duramente para lograr salir adelante. Aunque las diferencias entre Hugo
y Bastian son más que evidentes desde el mismo instante en que los conocemos,
no sólo por su físico, sino por sus distintos caracteres, será al llegar a la
isla cuando presenciemos las verdaderas formas de ser de cada uno de ellos:
cómo deciden buscarse la vida, cómo deciden integrarse con los nativos, cómo
deciden sentir, saborear y vivir el día a día.
Como se
puede ver, la estructura de la novela está planteada desde dos marcos
temporales perfectamente integrados a lo largo de toda nuestra lectura. Los
capítulos referentes a la época más pasada (desde el año 1889) están contados
en primera persona por Bastian y por Laia, y los capítulos relativos a la
actualidad (1930) están contados desde el punto de vista de Denis, pero
utilizando un narrador en tercera persona. A pesar de la complejidad que podrían
suponer estos saltos temporales hechos a lo largo de una novela, me ha
sorprendido la manera en que la autora consigue que parezca que ha hecho algo
de lo más sencillo, por la sutileza empleada en todos los cambios de época que
experimenta el lector a lo largo de las páginas.
Son muchos
los temas que toca la novela, y todos ellos son tratados con gran minuciosidad
y precisión, demostrando así que la autora ha tenido que llevar a cabo una gran
tarea de documentación para poner ante nosotros mucha de la información que
contiene el libro.
En primer
lugar, estamos ante una novela de sagas familiares con grandes secretos del
pasado que se irán desvelando a medida que avanzamos nuestra lectura, y que
consiguen atrapar al lector desde la primera página: hay grandes secretos,
misterios, y también muchas verdades silenciadas que irán viendo poco a poco la
luz ante nuestros ojos. Es también una novela de paisaje, pues la idílica y
paradisíaca isla de Tahití en la que transcurre la mayor parte de la novela,
consigue convertirse también en protagonista del libro por su indiscutible
belleza, que logra escapar de cada página y de cada párrafo. Por supuesto que
estamos ante una historia de amor, una gran historia de amor, de esas que tanto
duelen, que desgarran el alma, un amor visceral, pasional, que no entiende de
normas ni de ataduras, un amor de esos que todos saben desde el principio, que
no va a ser fácil, pero esa gran dificultad es la que también le proporciona
gran parte de su encanto.
Los temas
que acompañarán esta saga familiar llena de amor en un exótico paisaje serán
principalmente el cultivo de las perlas y la pesca de las ostras, un mundo que
me ha parecido apasionante y del que apenas nada conocía. La vida social y
política del Tahití de la época está también reflejada de manera magistral en
la novela: sus costumbres, sus revueltas, sus creencias, sus ritos…
Uno se
siente en todo momento con los pies en la isla y cuesta tener que salir de sus
hermosos paisajes y de sus cálidas aguas para volver a la cruda realidad. Otro punto
que me ha sorprendido y encantado, fue acompañar a Bastian en su viaje a Japón
y poder conocer tan de cerca la forma de vida de las amas, las buceadoras japonesas, profesión completamente desconocida
para mí que ha logrado maravillarme con esa perfección y delicadeza tan propia
de los nipones.
En cuanto a
los personajes, todos están creados con gran maestría, pero es inevitable
sentirse cautivado por Bastian desde que lo conocemos: toda la novela gira en
torno a su personaje, nos conquista con la nobleza de su corazón, de sus
sentimientos, por su manera de querer vivir la vida, simplemente con lo
indispensable para sobrevivir, valorando la amistad, la tranquilidad, la paz,
muy por encima del dinero. Bastián es un ser único, complicado, eso sí, pero
lleno de pasión, de fe en sí mismo, de buenos principios y de amor.
Tengo que
resaltar también lo mucho que me ha gustado el estilo narrativo de la autora:
una prosa elegante, cuidada, trabajada, llena de sensibilidad y de delicadeza,
que no se ve en la necesidad de recurrir a un lenguaje ostentoso para demostrar
la gran calidad que posee como narradora.
Llegado a
este punto ya sólo me queda deciros que tenéis que sacaros vuestro “Pasaje a
Tahití” sí o sí, pues es una de esas historias que entretienen , que se
saborean y se disfrutan desde la primera página. Un paisaje de ensueño que
envuelve una cuidada novela llena de amor, de secretos familiares y de lucha
por seguir adelante en esta vida tan dada a ponernos obstáculos en nuestro
camino.
Hola!
ResponderEliminarPues no conocía este libro pero me ha llamado muchísimo la atención después de leer tu reseña. Por cierto ¡gran reseña! Acabo de descubrir tu blog, hacía tiempo que te seguía por twitter, así que te sigo desde ya por aquí, te invito a conocer el mío también.
Besotes y gracias por la reseña.
La portada me parece preciosa pero no se... Por ahora lo dejo aparcado para mas adelante.
ResponderEliminarSaludos
Pues me tientas con este libro. Si me cruzo con él, se viene conmigo.
ResponderEliminarBesotes!!!
Tengo este libro hace algún tiempo y aun no he podido ponerme con él. A ver si esta navidad puedo meterle mano
ResponderEliminarUn beso
Lo leí hace unos meses, me gustó :)
ResponderEliminarLo tengo apuntado en la lista interminable =)
ResponderEliminarBesotes
Creo que es una novela que disfrutaría
ResponderEliminarUn beso
Las dos novelas de esta autora las tengo pendientes pero con muchísimas ganas dadas todas las críticas favorables que escucho sobre su prosa y su narrativa! Buena reseña, me has dejado con las ganas! ;)
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