Los besos
no se gastan de Raquel Martos

Nuestra
historia tiene dos protagonistas, Eva y Lucía, dos mujeres a punto de cumplir
los 40 que han sido amigas íntimas desde su más tierna infancia, a quienes las
cosas de la vida y del querer, las han llevado a distanciarse en los últimos
años. Eva y Lucía no podían ser más diferentes: Eva es rubia, dulce, cariñosa,
una madre entregada por completo a su hija Lola y casada con un hombre al que
ya no quiere, una mujer que dejó de lado su sueño de convertirse en una gran
actriz por estar junto a su familia. Lucía es morena, bruta como ella sola, es
una importante directora de recursos humanos que desde pequeña, desde que
perdió a su madre, se ha creado un escudo protector que le impida amar para no
sufrir posteriormente las consecuencias que ello pueda traer consigo…
En la
actualidad, las dos están pasando un momento muy delicado. Eva ha decidido por
fin poner punto y final a su matrimonio y a Lucía la acaba de dejar su última
pareja… El destino, siempre tan juguetón y oportuno, vuelve a juntar a las
amigas en un aeropuerto, y entonces, en ese abrazo tan esperado y ansiado,
saben que ya nunca más podrán volver a separarse, reconocen su error, tienen
que ponerse al día de sus vidas cuanto antes, recuperar el tiempo perdido, y
volver a ser felices como siempre han sido, por el hecho, de simplemente,
tenerse la una a la otra…
El libro
tiene 29 capítulos. Los capítulos impares transcurren en la actualidad, vemos
cómo las vidas de Lucía y Eva cambian desde el momento en que se encuentran de
nuevo, los miedos que ambas sienten al principio por temor a que algo haya
cambiado entre ellas, los miedos a que los rencores del pasado salgan de nuevo
a la luz, los miedos de Eva, afrontando una nueva vida como mujer separada, los
quebraderos de cabeza de Lucía, por su difícil profesión y por su incapacidad
de amar…
Los
capítulos pares, son los que nos llevan de vuelta al pasado; nos llevan hasta
el día en que Eva y Lucía se conocen, cuando sólo tenían siete años, y ya desde
que sus miradas se cruzan por primera vez, saben que van a ser amigas para
siempre. En estos capítulos acompañamos a las protagonistas en su niñez, vamos
creciendo con ellas, y vamos recordando los mismos “problemas” a los que
nosotros también tuvimos que enfrentarnos en cada etapa de la vida; revivimos
su adolescencia, su época en el instituto, la universitaria… Esta parte del
libro, me ha hecho revivir mil y una historias parecidas, que me han hecho
sonreír y sentir verdadera añoranza de una época, en la que cada día sentía que
no se podía ser más feliz… Me ha encantado ver que no sólo mi madre me enfriaba el Cola Cao cambiándolo de una taza a otra, una y otra vez, y que yo alucinaba de
que no le cayera ni una sola gota por mucho desparpajo que pusiera al hacerlo;
también he recordado la primera vez que me tiré de cabeza en la piscina, ¡qué maravillosa
sensación cuando lo conseguí sin darme el temido planchazo!; y aquellas
colonias con formas de animales que había en todas las casas, que olían fatal
por cierto, pero quedaban monísimas en las estanterías del baño; y las camas
abatibles, porque yo también dormía en ellas, con mi hermana mayor al lado,
como Eva y Ana, y al igual que para Eva, ella, para mí, también siempre ha sido mi ídolo…Y la crema Nivea de lata
azul, ¡sin protección! con la que nos untaban verano tras verano para que no
nos quemara el sol…Creo que esta parte os va a encantar si tenéis entre 30 y 45
años, si lo leéis, estoy segura de que no podréis evitar sonreír y sentiros
bien por poder volver, al menos durante un rato, a aquellos maravillosos años
de una manera tan tierna,cercana y natural…
Porque lo
que está claro es que el libro emana naturalidad por los cuatro costados; está
escrito de una manera muy sencilla, muy directa, muy fresca… Me gusta el cambio
de tono que Raquel Martos consigue dar a los capítulos según la edad de las
protagonistas, pasa estupendamente del tono infantil cuando Eva y Lucía son unas
crías, a un tono maduro cuando nos encontramos con las chicas en la época
actual. En alguna parte leí, que hoy en día, cualquiera escribe un libro… Bueno,
no soy jurado de ningún premio literario, soy una lectora que disfruta las
buenas historias, las historias que consiguen engancharme, emocionarme, hacerme
reír, hacerme saltar las lágrimas… y yo eso lo valoro. Porque si un libro está
magistralmente escrito, pero me resulta tan tedioso que no soy capaz de leer
más de veinte páginas seguidas, ¿es entonces mejor libro que aquel cuyo
contenido me ha llegado al corazón?
Os invito
por tanto a conocer a Eva y a Lucía, a sus familias, a sus amores, a crecer de
nuevo junto a ellas, a madurar, a afrontar los golpes que nos va dando la vida
con coraje y energía positiva, a vivir una preciosa lección de amistad,a
recordar y revivir un pasado que estoy segura que también habéis vivido, al
menos, uno muy similar… y a besar, a besar siempre que podamos a aquellos que
queremos, porque como dice el título del libro “Los besos, no se gastan”.
P.S.:
Recomiendo no terminar de leerlo en un lugar público para su completo disfrute
y por supuesto, no olvidéis tener muy cerquita la caja de kleenex… Luego no me
digáis que no os lo advertí.